Perú, Valle del Colca y los Cóndores

Etapa 6
El despertador sonó muy temprano, las 5 de la mañana.
La noche la pasamos rara. Nunca habíamos dormidos tan en altura, 3620 metros. Es como si el propio aire pesara y te aplastara contra la cama. Como si las mantas empujaran hacia abajo. Te ahogas, tomas aire otra vez, te tranquilizas y al rato vuelve a empezar. Por esto se duerme raro. Se piensa mucho y se desea enormemente el amanecer. Descubrimos lo que era un principio de soroche.


Desayunamos y nos unimos al grupo para encaminarnos rumbo a la Cruz del Cóndor, donde los cóndores te pueden regalar su majestuosa presencia y vuelo sin movimiento.

Pasamos por un pequeño pueblo del Valle del Colca que tenia incluso iglesia española. De repente se agruparon unos cuantos niños y nos enseñaron sus bailes típicos. Era muy temprano por la mañana, seguramente estos niños hacían este espectáculo para los turistas antes de irse a la escuela. Realmente nos sentimos un poco engañados. Uno piensa estar descubriendo los sitios más rurales y perdidos. Y te das cuenta que todo, absolutamente todo se mueve en función del turista. Nada es auténtico, todo parece un teatro, un circo para ganar dinero.


Seguimos hacia la Cruz del Cóndor por el Valle del Colca. El Valle del Colca es un valle muy antiguo. Las poblaciones pre-incaicas vivían en este valle y desarrollaron un sistema de irrigación y cultivo por terrazas del que sucesivamente, los Incas se apropiaron. Para construir estas terrazas solían esculpir maquetas en rocas totalmente en escala. Algunas de estas maquetas se pueden admirar a lo largo de la carretera que conduce a la Cruz del Cóndor.


Este valle es importante también por su cañón. El Cañón del Colca, según los últimos descubrimientos y mediciones, alcanza una profundidad de 4350 metros y llega a ser el cañón más profundo del mundo.


A la Cruz del Cóndor hay que llegar temprano. Los cóndores aprovechan de los cambios de corrientes ascensionales para volar, y por la mañana es la mejor hora para verlos.


Cuando llegamos ya había mucha gente. Nos agrupamos todos en un mirador y esperamos.


Los últimos tres días anteriores los cóndores no habían aparecido. Teníamos esperanza pero todo podía pasar. No obstante la multitud de gente había un silencio casi absoluto. Todo el mundo esperando. Y de repente un primer cóndor nos vino a saludar. Al final llegaron tres majestuosos cóndores a lucir su hermosura. Son aves sagradas a las que los Incas veneraban. Pueden llegar a una apertura de alas de 3 metros. Usan las corrientes térmicas para llegar a grandes alturas para luego bajar sin mover las alas.



Parecían volar para nosotros. Ahora lo único que se oía eran los gritos de admiración de la gente y creo que los cóndores los disfrutaban. El placer de saberse hermoso. Y como llegaron, al final desaparecieron.


Finalmente volvimos al bus rumbo Chivay. Pasamos por otro pueblecito, Maca, con una iglesia muy bonita. Las figuras de los santos tenían pequeños espejos por debajo o muy cerca. Al parecer era una forma de atraer las poblaciones indígenas para intentar convertirlas al cristianismo. Realmente los indígenas estaban más atraídos por los espejos que por los santos.


Almorzamos otra vez en Chivay y luego nos despedimos del grupo. Ellos volvían a Arequipa.
Nosotros conseguimos, gracias a un amigo, un pasaje para llegar hasta Puno sin tener que volver a Arequipa. Así pudimos ganar un día. El pasaje era contratar un coche privado. Este servicio lo hacen todos los días. El problema es que no se conoce mucho esta posibilidad. Realmente no es muy caro, y sobre dodo si no tienes mucho tiempo para recorrerte el país vale realmente la pena.

Nos recogió Oscar, un encantador chófer. El viaje duraba unas 6 horas. Este simpático hombre realmente nos hizo el camino más leve. Nos contó muchísimas historias del país y suyas. Pero la cosa que nos tocó realmente el corazón fue ver su relación con los animales. Durante todo el camino lanzaba panes a los bordes de la carretera. Nos contó que estos panes los comen unos perros pastores que ya sabían sobre que hora iba a pasar por allí y lo esperaban. Estos perros viven solos con sus ovejas y su trabajo no es muy bien pagado por sus dueños, así que nuestro amigo Oscar intentaba ayudarlos. Estas pocas horas con este hombre bastaron para admíralo y desearle lo mejor. Visto esto, si nos hubiese atracado Oscar, hubiese sido hasta bueno.



Estas son las personas que hacen este país especial e inolvidable.

A parte de lo genial que fue Oscar, también el camino fue muy bonito, con unos paisajes espectaculares. Pasamos a tocar alturas de más de 4500 metros. Vimos lagos con flamencos en medio de la nada. Nos cruzamos también con las lindas vicuñas que se movían libres entre estos inmensos campos donde no había ni un árbol.


Tras 6 horas de camino al final llegamos a Juliaca, la ciudad de la luz, como nos dijo Oscar: "Hay que salir de ella a la velocidad de la luz". Juliaca es una ciudad muy fea y con un concentrado de traficantes de todo tipo. Al parecer aquí hacen copias de cualquier cosa, zapatos, ropa, bolsos, etc., para luego comercializarlo por todo el país y fuera de él.

Finalmente llegamos a Puno. Oscar nos dejo en el hotel y nos despedimos. Cenamos una rica sopa y felices nos fuimos a la cama. Fue un día muy especial que nos dejó el corazón lleno de buena gente que regala panes a los perros hambrientos, agua a los árboles sedientos, vida a las gentes cercanas.


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