Noruega, Islas Lofoten. Stamsund, Isla Vestvagoy


Etapa 8
Llegamos a Bodo por la tarde. Ya que en estas latitudes no hay noche no había problemas de luz.
El aeropuerto estaba prácticamente en la ciudad. Un Bus nos dejó en la plaza del pequeño pueblo a la orilla del mar. Desde la plaza preguntamos a una chica por donde estaba nuestro hotel, y ella sin pensarlo nos hizo subir a su coche y nos acercó al hotel.
En general la gente de Noruega es amable, pero lo que hemos notado es que en el norte son muchos más amables e intentan ayudarte como pueden.

El hotel era muy normalito, en Bodo no hay mucho donde elegir. Desde aquí nos ayudaron a conseguir un pasaje para llegar a las Islas Lofoten, y muy importante, el primer alojamiento en un Rorbuer (típica casa de pescadores) en Stamsund.

Al día siguiente era fiesta, y no había barcos que nos llevaban a las islas. La única solución era coger el famoso Hurtigruten, un crucero transporte que desde Bergen sube por lo largo de la costa y los fiordos noruegos hasta Cabo Norte. Las salidas son diarias y es un crucero bastante caro. Puedes elegir hacer sólo tramos del viaje, como en nuestro caso, que sólo íbamos de Bodo a las Lofoten.


El Hurtigruten antiguamente era uno de los pocos medios de transporte que te llevaban hasta el Norte, pero hoy en día es más bien un crucero turístico. Bueno, aunque el doble de caro de un barco normal, al final no quedaba más remedio que comprar el pasaje si queríamos llegar hasta las Islas Lofoten.


En Bodo no había mucho que hacer, el tiempo no estaba muy allá, el aire frío del Círculo Polar Ártico se notaba en el cuerpo.
Por la mañana llegó el Hurtigruten. Subimos al lujoso crucero con dirección Stamsund en la Isla Vestvagoy. Nos quedaban solo tres días para visitar las Islas Lofoten e intentar ver el Sol de Medianoche. Después teníamos que volver a Bodo donde nos esperaba un avión hasta Oslo.


El trayecto hasta Stamsund duró un par de horitas. En este tiempo nos relajamos en el Hurtigruten disfrutando del ambiente como si fuéramos pasajeros del crucero. Al final pensamos que la experiencia en el Hurtigruten valió la pena. Aunque breve, hicimos parte del histórico recorrido de este legendario barco.


La Islas Lofoten son una cadena de islas con montañas altas, puntiagudas, y son conocidas por su gran belleza natural y casi intacta. Tienen muchas playas y zonas vírgenes. Las islas están muy poco pobladas, básicamente viven pescadores, aunque recientemente se está desarrollando un poco más el turismo.



El día estaba nubloso. Una vez llegados seguimos las indicaciones de unos autóctonos que nos dijeron donde estaba nuestro alojamiento. Llegamos en un día de fiesta, lo poco que había en las Lofoten estaba cerrado.
Después de una media hora de camino, durante el cual nos perdimos y que amablemente fuimos rescatados por una pareja que con su coche nos acercó, llegamos a nuestro alojamiento.
Nos dijeron que era uno de los Rurbuer más acogedores de las Lofoten, el Justad Vandrerhjem og Rurbuer, un nombre impronunciable, y la verdad es que lo era.



Un Rurbuer es una típica casa de pescadores noruegos, aquellos que traen el pescado más apreciado de los mares más crueles y tempestuosos del mundo, y que viven desde tiempos inmemoriales en estas típicas casas de madera.
Actualmente se utilizan con fines también turísticos y es el alojamiento más apreciado para los visitantes de las islas Lofoten.


El hombre que se encargaba del lugar era un señor mayor, tenía una tranquilidad increíble, y te daba la sensación que le daba igual cualquier cosa, pero en positivo. Estaba todo cerrado, no pasa nada, está lloviendo, no pasa nada, no había medios de transporte para moverse en la isla, no pasa nada, no había nadie que alquilaba coches, no pasa nada… y así con todo. Desde luego es un lugar donde ir para relajarte y olvidarte del mundo entero.


El rurbuer era un hostel de HI, tenía camas en habitaciones compartidas y pequeñas cabañas privadas. Hay que pensar que en este lugar no llegan muchos turistas, y no hay básicamente nada para ellos. Menos mal que nos trajimos comida desde Bodo, en Stamsund no había restaurantes, y si los había estaban cerrados. Nos salvaron los sobrecitos de comida liofilizada que nos acompañaron por toda Noruega.


Nos relajamos en este espectacular lugar, dimos un paseo por los alrededores, aunque por desgracia tampoco los sitios que alquilaban bicicletas estaban abiertos. Un consejo: Alquilar un coche con antelación si quieren visitar las Lofoten sin problemas de transportes.
Pero por fin estábamos en un sitio remoto en el Círculo Polar Ártico...



Al día siguiente  nos informamos sobre donde estaba el lugar mejor para ver el Sol de Medianoche, y para nuestra sorpresa nos dijeron que desde Stansund no se puede ver, se ve por el otro lado de la isla, por detrás de las altas montañas.


No caímos en el detalle de que el sol de medianoche pasa por el norte, y nosotros estábamos hacia el sur. Ya era muy tarde para remediar el error, además el tiempo no estaba muy bien y no se hubiese visto de todas formas.


Fuimos paseando por las laderas de los alrededores y supuestamente era noche. La luz era como si fueran las 4 de la tarde en un día de invierno. Extrañamente no hacia el frío que nos esperábamos. En lugar del Sol de Medianoche vimos la luz de medianoche… Será en otro momento, en otro viaje. Aunque fue fascinante ver como nunca oscurecía.


Una cosa que me pareció muy curiosa en estos lugares tan al norte del mundo, fue ver los pájaros… Si, la cosa rara es que hasta por la noche los pájaros están despiertos y moviéndose buscando comida como si fuera día. Parecía que no dormían nunca…


Al día siguiente, la idea era llegar hasta Svolvaer, un pueblo un poco más grande que Stansund.

No hay comentarios:

Publicar un comentario